1 Dios un día te hizo un llamado, fue como un pacto entre Tú y Él. Entonces encendió un fuego en ti, una visión, una pasión, que aún arde. No te comprenden, ¡Solo te entiende Él! 2 Y es así que vives enfocado, hay una razón, una meta, una cruz, un propósito, que por Él darías la vida misma…pareciera una locura, ¡No importa, igual lo vivió Jesús! 3 Trabajas hasta el cansancio. Pierdes horas de sueño, se te agotan tus fuerzas y no ves ¡el fruto de tu labor! No importa: ¡Lo ve Dios! 4 No eres reconocido, admirado ni premiado… ¡Hasta eres ignorado! No ven lo valioso de tu trabajo. ¡No importa lo sabe Dios! 5 Te das en cuerpo, alma y mente, entregas todo tu corazón. Eres celoso con tu labor, en todo pones esfuerzo y tesón… No importa ¡Lo entiende Dios! 6 Has vivido sólo para Él. Ayudas y oras por otros, los animas en la fe. Levantas al caído y curas al herido. No importa ¡Dios te ve!
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7 Haz renunciado a una vida llena de de lujos y placeres. Vives tal vez en privación. Quizás criticado o burlado. ¿Dónde está el producto de tu labor? 8 No hay coronas, recompensas, no hay flores, ni premios, pero no te importa, porque sabes y reconoces que la paga viene de Él, ¡Mas Dios te llena de energías, fuerzas y fe!
Es que no trabajabas para ser visto, ni por el hombre, ni la mujer, menos por títulos, ni para una institución. Es que dedicas tu espíritu de servicio Sólo ¡para la gloria de Dios. 9 Porque llegará ese día glorioso de la “Santa Graduación” donde se verán los resultados y cosecha de aquella tu humilde labor, aunque nadie lo note, ¡En el Cielo se registró! 10 Tal vez tu premio no sea en metal, en oro, ni billetes, ni plata, ¡Serán almas para el Reino de Dios! Arrebatadas del mismo infierno, ¡No hay mayor gozo y paga por tu labor! 11 Entonces reirás complacido pues el premio terrenal no se compara jamás con el premio Celestial que será: ¡Para toda la Eternidad!
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